Jugando en el tablero de la vida
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Un paseo por la vida de uno de los mejores ajedrecistas españoles de los años 40 y, sobre todo, una persona emprendedora que emigró muy joven a Cuba y EE.UU., labrándose una carrera en el mundo empresarial americano. Eugene Salomon conoció en sus propias carnes el famoso sueño americano.
Como ajedrecista, este gijonés de 93 años, convivió en sus primeros años con Alekhine, Pomar, Francisco José Pérez, Antonio Medina, Antonio Rico, y sus buenos amigos Román Torán, Pablo Morán, García Queimadelos, de los que nos cuenta muchas anécdotas desconocidas. Ya en Estados Unidos, como empresario, podemos destacar que llegó a ser Vicepresidente Corporativo y Presidente de una División (un grupo de compañías) en una empresa de alimentación a cargo de las operaciones en Canadá, México y varias plantas en EE.UU. Su contribución a la Industria le permitió ser «Chairman of the Board of Advisors» del grupo de Food Science en la Universidad de New Jersey.
Una vez retirado del mundo empresarial comenzó su nueva carrera (25 años como Consultor) lo cual le permitió volver a dedicarse en serio al ajedrez, obteniendo el codiciado título de «Life Master» a los 70 años de edad…
«Conocí el ajedrez siendo un niño, pero lo hice con un entusiasmo que me permitió progresar hasta poder jugar unas simultáneas contra Alekhine en 1944 y participar en el IV Torneo internacional de Gijón 1947 siendo prácticamente un adolescente. En Madrid pude competir de tú a tú con fuertes jugadores como Francisco José Pérez, Fuentes o Pomar. Pero las consecuencias de la Guerra Civil española me afectaron de lleno y tomamos la decisión de abandonar España para establecernos en Cuba. Allí pude retomar el ajedrez e integrarme en él, hasta el punto de conseguir clasificarme para la Olimpiada de Helsinki (1952), que no pude jugar por circunstancias acaecidas tras el torneo de clasificación».
Eugene compitió al mismo nivel que los ajedrecistas consagrados Eldis Cobo, Gilberto García o Rogelio Ortega. Finalmente decidió buscar otros horizontes más tranquilos, estableciéndose en Estados Unidos. «Al fin, allí pude asentarme, iniciar una nueva etapa como empresario y crear una familia». Volvió al ajedrez dieciséis años después, retomándolo a finales de los años 60. «A pesar de que mi vida laboral me condicionaba, pude jugar muchos torneos en las siguientes décadas… Curiosamente logré mi Elo más alto, cerca de 2300, una vez superados los 60 años, época en la que también jugué mis partidas más destacadas a nivel creativo».
En definitiva, un libro que es una lección de vida y de humanidad, con el pretexto del ajedrez como vehículo conductor y al que Eugene nunca renunció.
Autor: Eugene Salomon, Javier Cordero
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